Decenas de miles de israelíes afligidos y enojados salieron a las calles el domingo por la noche, tras el hallazgo de otros seis rehenes muertos en Gaza. Los manifestantes coreaban “¡Ahora! ¡Ahora!” mientras exigían al primer ministro Benjamin Netanyahu que alcanzara un acuerdo de cese del fuego con Hamas para facilitar el regreso de los cautivos restantes.
Las manifestaciones y protestas surgieron después de que soldados que operan en los frentes de combate en Gaza sugirieron la posibilidad de que los rehenes pudieran haber sido asesinados de manera colateral, mediante fuego amigo durante los enfrentamientos con Hamas. Esta situación ha generado una creciente frustración entre la población, especialmente dado que el gobierno se ha negado a llevar a cabo investigaciones que aclaren lo ocurrido en estos incidentes trágicos.
La masiva manifestación del domingo se perfiló como una de las más grandes en los 11 meses de conflicto, y muchos de los asistentes consideraron que podría significar un punto de inflexión en la opinión pública sobre la guerra. Sin embargo, el país se encuentra profundamente dividido en sus posturas sobre cómo proceder ante la situación actual.
El mayor sindicato de Israel, Histadrut, intensificó la presión sobre el gobierno al convocar una huelga general para el lunes, la primera desde el ataque de Hamas del 7 de octubre, que marcó el inicio de la guerra. Esta huelga tiene como objetivo cerrar o interrumpir los principales sectores de la economía israelí, abarcando bancos, el sistema de atención médica y el principal aeropuerto del país, lo que podría provocar una alta conmoción social y económica.
Las negociaciones para lograr un alto el fuego se han prolongado durante meses y muchos ciudadanos culpan a Netanyahu por no haber conseguido un acuerdo, a pesar de que, según las encuestas de opinión, la mayoría de los israelíes apoya la búsqueda de un alto el fuego y la liberación de los rehenes. Sin embargo, el primer ministro también cuenta con un respaldo significativo para su estrategia de “victoria total” contra Hamas, argumentando que, aunque se debe atender la cuestión de los rehenes, la eliminación de la amenaza que representa el grupo militante es una prioridad.
Por otro lado, miles de personas, muchas de ellas visiblemente emocionadas y llorando, se congregaron el domingo en la noche frente a la oficina de Netanyahu en Jerusalén. En Tel Aviv, los familiares de los rehenes marcharon portando ataúdes, simbolizando así la trágica realidad del saldo de víctimas en este conflicto. Estos actos no solo reflejan la angustia de aquellos que esperan el regreso de sus seres queridos, sino también una creciente presión sobre el gobierno para que busque soluciones urgentes en medio de la continua violencia y la pérdida de vidas.
La situación en Israel es compleja y refleja un profundo descontento social, a medida que la población lidia con la incertidumbre y el dolor que el conflicto ha traído a sus vidas. Las manifestaciones y huelgas son una poderosa expresión de la demanda colectiva por un cambio en la estrategia del gobierno, pues cada vez más ciudadanos exigen no solo respuestas, sino también acciones concretas que contribuyan a la paz y la seguridad en la región.
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