Velocidad de reproducción
×
Compartir post
Compartir post en el momento actual
0:00
/
0:00

Rusia vs Ucrania y los "asesinos cobardes" - los pilotos de drones

En el video, unos pilotos de drones dejan malherido a soldados y disfrutan ver su agonía final

En el teatro de la guerra moderna, los drones se han consolidado como herramientas esenciales en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Estas máquinas, capaces de operar a gran distancia y con alta precisión, han transformado significativamente la dinámica de los enfrentamientos armados. Sin embargo, su uso también ha generado una avalancha de críticas y controversias, centradas especialmente en los operadores que los manejan desde ubicaciones remotas. Estos pilotos, muchas veces situados a miles de kilómetros del campo de batalla, han sido tildados de "asesinos cobardes" por algunos sectores, quienes consideran que su desconexión física con el sufrimiento que causan deshumaniza el acto de la guerra. Además, la tendencia de exhibir sus acciones en redes sociales, presentándolas como ejemplos de heroísmo o valentía, ha intensificado el debate. En ciertos ámbitos, esta práctica refuerza la percepción de que el uso de drones exacerba la deshumanización inherente al conflicto armado.

Un video reciente capturado desde un dron ucraniano ha vuelto a poner en el centro de la discusión estas críticas. En la filmación se pueden observar soldados rusos gravemente heridos tras un ataque con drones, mientras los operadores parecen permanecer impasibles ante su evidente sufrimiento. Este comportamiento ha sido señalado como una transgresión de los principios fundamentales de la guerra, desatando un aluvión de comentarios que cuestionan la ética de estas prácticas. Las imágenes han alimentado una narrativa polarizada: por un lado, quienes denuncian una falta de sensibilidad humana entre los pilotos de drones ucranianos; por otro, quienes consideran que estas acusaciones son un intento de propaganda por parte de Rusia.

El uso de drones en este conflicto ha puesto de manifiesto un hecho destacable: una proporción significativa de los operadores de drones ucranianos son voluntarios extranjeros. Procedentes mayoritariamente de países como Argentina, Chile, Bolivia, Perú y algunos estados de América del Norte, estos combatientes han sido reclutados y asignados a tareas tecnológicas debido a limitaciones operativas en el campo de batalla. Diversas fuentes en el terreno han afirmado que existe un excedente de voluntarios dispuestos a operar drones frente al número de soldados aptos para participar en combates directos. Este fenómeno refleja la creciente relevancia de la tecnología en las estrategias militares modernas y subraya la importancia de una formación específica para los operadores.

El empleo de drones plantea profundos dilemas éticos y legales. Si bien su capacidad para reducir bajas propias es incuestionable, también representan un cambio radical en la forma de librar la guerra. La posibilidad de atacar desde una distancia segura, sin exponerse a un peligro inmediato, puede interpretarse como una ventaja táctica, pero también suscita críticas por deshumanizar los enfrentamientos. Además, la sofisticación tecnológica de estos dispositivos, que incluye sistemas como visores nocturnos y cámaras de alta resolución, dificulta enormemente las posibilidades de escapar al control enemigo, incrementando la asimetría en el campo de batalla y ampliando las brechas con respecto a los conflictos convencionales.

La adaptación de nuevas tecnologías al ámbito militar resulta lógica y, en cierta medida, inevitable. No obstante, críticos argumentan que la facilidad con la que estas herramientas permiten realizar ataques ha llevado a una reducción de la consideración humanitaria en los combates. En el caso particular de los drones ucranianos, grabaciones de ataques sostenidos contra soldados heridos han sido presentadas como evidencia de una supuesta carencia de compasión por parte de los operadores. Estas prácticas también se han interpretado como violaciones flagrantes de los tratados internacionales, ya que en varias ocasiones se ha documentado la eliminación de combatientes que, tras ser gravemente heridos, habían dejado de representar una amenaza. En los escenarios más extremos, se han registrado incidentes en los que soldados agonizantes fueron destruidos con una frialdad que ha generado indignación entre analistas y observadores.

Cabe destacar que las acusaciones de crueldad o insensibilidad no son exclusivas de uno u otro bando. Tanto Rusia como Ucrania han utilizado el conflicto como plataforma para desacreditar a su adversario, destacando los actos más controvertidos perpetrados por el enemigo. La figura del piloto de drones ha sido recurrentemente señalada como símbolo de "cobardía", mientras que los efectos devastadores de estas máquinas también han sido objeto de críticas por su contribución a daños colaterales, incluyendo bajas civiles y destrucción indiscriminada en áreas residenciales. En varias instancias, los ataques se han dirigido directamente contra civiles, una acción que, de confirmarse, constituiría una violación grave del derecho internacional humanitario.

Dicho marco jurídico establece límites claros sobre las conductas permitidas en el campo de batalla, prohibiendo, entre otros aspectos, infligir sufrimientos innecesarios. Aunque el uso de drones no está prohibido en sí, cualquier acción que contravenga estas normas podría ser considerada un crimen de guerra. Por ello, resulta imperativo llevar a cabo investigaciones exhaustivas e imparciales ante cualquier denuncia de abuso, garantizando así justicia y rendición de cuentas. Sería igualmente vital que un organismo independiente se encargara de recopilar y analizar las numerosas grabaciones disponibles en línea, con el objetivo de identificar posibles excesos y, en caso necesario, iniciar los procesos legales pertinentes.

A medida que la guerra entre Rusia y Ucrania se recrudece, el debate sobre el uso de drones y sus implicaciones éticas no hará más que intensificarse. En un escenario donde las fronteras entre tecnología y humanidad se tornan cada vez más difusas, las decisiones tomadas por los operadores de estas máquinas podrán no solo influir en el desenlace del conflicto, sino también establecer precedentes que definirán los principios de las guerras futuras. No obstante, ello no debe implicar una justificación para la impunidad: aquellos que cometan actos atroces deben rendir cuentas ante la justicia, reafirmando así el compromiso de la comunidad internacional con los valores fundamentales de la humanidad.

Obtén más de OK! News en la app de Substack
Disponible para iOS y Android